La escena artística de Santiago de Chile se enriquece con la apertura de GALERIA 1712, un nuevo espacio de arte dirigida por el artista, Francisco Cintolesi, y el experimentado galerista Oscar Zenteno, quien atesora más de 25 años de experiencia y varios proyectos exitosos en su haber, incluyendo Galería del Grabado, Espacio O, Zeitgeist Gallery y SXC.
Acompañados por un grupo selecto de curadores, Galería 1712 se posiciona como un espacio dedicado a promover el arte contemporáneo en la región. La galería ha establecido un ambicioso calendario de actividades que prevé una inauguración mensual, programada para el primer sábado de cada mes. Esta iniciativa busca consolidar un espacio dinámico y participativo que atraiga a amantes del arte y la cultura.
La exposición «CUERPOS LUCHANDO HASTA LA MUERTE”, presenta una colección de obras de los destacados artistas Paulo Ravanal y José Rojas. La muestra, enmarcada en una programación dedicada principalmente a propuestas pictóricas, se distancia de las tendencias efímeras y se enfoca en resaltar principalmente la pintura contemporánea.
Inauguración: 2 de diciembre a las 12:30 hrs.
Dirección: Garibaldi 1712, Ñuñoa.
2 PINTORES: “Cuerpos luchando hasta la muerte…”
Paulo Ravanal / José Rojas
Ravanal y Rojas, son amigos y fueron compañeros del Taller de Pintura en Las Encinas, Facultad de Artes de la Universidad de Chile, pero en realidad ellos son pintores con/formados durante la pandemia, pues el segundo y tercer año de su carrera lo realizaron desde el aislamiento en sus hogares. La catástrofe global es un punto de inflexión en su desarrollo artístico, pues alejados de sus compañeros de clases y de sus maestros, se vieron en la imposición de trabajar para sí mismos, volcando sus vivencias para madurar en soledad el ejercicio pictórico. Desarrollaron metodologías forzosas donde el intercambio académico (online), los llevó a la búsqueda de temáticas, soportes y dispositivos propios, en los que se entreteje un universo referencial proveniente de la alta cultura, apareado digitalmente con la cultura de masas. Ellos no remiten a la copia pastiche del referente original o a la acumulación “per se” de imágenes que apropiarse, como lo hacen artistas de generaciones previas o de la suya, donde la cita deviene en una broma desencantada.
Cada uno, en su competencia y contaminación cultural, tienen artistas favoritos de la historia del arte a los que remite buscando decodificar un sentido propio o desgastar la cita hasta pulverizar el hueso, pero siempre dejando el gesto. Es así, que en Ravanal podemos intuir a Della Francesca, Caravaggio, Goya, Lucien Freud o Robert Gober; en Rojas podríamos encontrar señas de Gauguin y Bonnard o contemporáneos como Daniel Richter o Peter Doig. Ravanal y Rojas construyen archivos con imágenes de arte, cotidianas, absurdas y anónimas; comparten libros de escenografías teatrales o antiguas revistas eróticas de los años setenta como “NAT”, encontradas en ferias o bodegas y también la opresiva presencia de Bacon. Estos archivos digitales no son inertes, pues son usados para nutrir diversas aplicaciones de AI con el fin de agotar la posibilidad de la imagen, en una hibridación extrema, resultado no de la inteligencia artificial, sino de sus programadores, pues es solo una herramienta que les permite una suerte de “cadáver exquisito”, a la que ordenan articular con sus referentes y un banco aleatorio, una imagen con una frase como: “cuerpos luchando hasta la muerte y haciendo el amor en un hospital psiquiátrico”, para luego apropiarla como un ejercicio de tachado, anulación, recorte, superposición, sobre una tela una baldosa, un trozo de cartón o madera en mixtura pictórica sobre capas de desechos.
Es interesante observar cómo dos artistas jóvenes en la intimidad ineludible de la pandemia, compartieron espacios virtuales de encuentro y afecto coincidiendo en la aparición del cuerpo masculino. En la obra de ambos, el cuerpo está en lucha, ya sean perfecto, deforme, luminoso, opaco o apenas una silueta esbozada, es materia herida, sumisa, violentada, tanto por una pelea, el roce o el contacto de la fricción sexual. La carnalidad de sus pinturas podría ser leída como erótica, pero es un registro matérico con una paleta brillante o sombría de la derrota del cuerpo, de sus cuerpos en una batalla perdida con la vida, donde ella solo es un preámbulo de la muerte. Aquí los cuerpos yacen, se retuercen, se torturan o gozan como un organismo anhelante de su fin y a través de una fisura en el universo referencial de las AI (dónde la palabra aún es dueña y señora de la imagen) se cuela la huella espectral de los murales de Pompeya, de films de Russell o Fellini, las fotos Mappletorphe, los cuerpos de Freud o el gesto de Bacon resignificados por ellos.
De esta manera, la presente exposición corresponde a una selección de obras donde el espectador puede contemplar una reflexión pictórica de la juventud ante la muerte, como proceso y escenificación latente.
Raúl Miranda
Noviembre 2023

