Cine, Cultura
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Alejandro Altimiras: “Detener la película y decir: ‘este no es el final que quiero’, es decidir sobre mi vida”

Por Elisa Massardo.

Todo comenzó en su infancia cuando una cámara filmadora que, en manos de su tío, lo seguía a todas partes. Luego, él se apropió de ella, grabando videos de todo lo que ocurría y recreando escenas de las películas de Disney junto a su prima. Estas películas habían quedado en el olvido hasta que Alejandro Altimiras comenzó a revisarlas en 2018 y a seleccionar diversas escenas para relatar sus memorias, las influencias que tuvo de niño, su inocencia y felicidad; para luego pasar a la adolescencia, marcada por el deseo, el amor, el abuso y los diversos cuestionamientos que giran entorno a estos conceptos, sobre todo al racionalizar una relación de pareja que tuvo a los 13 años con una persona 11 años mayor.  

Estos recuerdos lo llevaron a realizar un cortometraje documental y absolutamente biográfico: “Archivos de amor temporales”, presentado en Excéntrico Fest, en la sección Nuevo Porno Chileno. 

¿Por qué quisiste estudiar Cine? 

La verdad es que estudiar cine se dió de forma algo espontánea. Primero me metí a estudiar teatro en Arcis. La escuela cerró y me cambié a audiovisual. En audiovisual descubrí el ramo Documental. Un género súper desconocido para mí. El género documental me encantó y quería tener ese ramo todos los años. Por eso me cambié a Cine,para poder tener más ramos de guión y documental.

Para “Archivos de amor temporales”, ¿cuántas horas pasaste revisando el material y por qué empezaste a verlo?

La mayoría de ese material me lo sabía algo de memoria. Sobre todo las grabaciones que tengo con mi prima Jane. Cuando tenía 9 años editaba esos vídeos y les ponía música, directamente con un equipo y cables conectados al VHS. Me da algo de gracia, porque montaba sin saber los nombres técnicos. En ese tiempo no había programas para editar en un computador o, al menos yo, no los conocía. Para mí grabar y editar era un juego. 

No sé cuántas horas pasé revisando el material, supongo que desde el 2018 veo todos estos vídeos desde otras miradas. Los comencé a ver porque necesitaba encontrarme de alguna forma. Saber quién era ese niño feliz antes de mi primer amor.

Más allá de las películas de Disney, ¿qué otras situaciones pueden haber afectado la búsqueda de tu identidad?

El porno fue un refugio muy importante en la búsqueda de mi identidad. Las películas de Disney en mi infancia me entregaron una idealización de lo que era el amor. Después de mi experiencia estaba muy decepcionado de la vida, sentía que el cine, de cierta forma, me había traicionado. 

Ver porno en mi adolescencia, buscar jóvenes gays que se parecieran físicamente a mi, ver como disfrutaban sin remordimientos, sin sufrimientos de por medio, solo por el hecho de sentirse atractivos, verlos gozar, me daba de cierta forma un descanso mental. Me hacía pensar que lo que había vivido no iba a definir mi vida.

Luego de todo lo vivido, ¿cómo podrías definir el amor?

Mi documental cuenta la historia de un niño que está enamorado de un adulto. Él no sabe que está siendo abusado, siente muchas cosas que son reales, pero, bajo su contexto, sus sentimientos no son escuchados ni validados. Las diferencias entre un niño y un adulto enamorado suelen radicar en la madurez emocional, la comprensión de las relaciones y las expectativas. Siendo un niño enamorado experimenté emociones muy intensas, fue como gritar en un pozo sin fondo, en donde nadie me iba a contener o dar un abrazo. Sufrí mucho. No entendía qué hacer con esas emociones y por qué me estaban ocurriendo. 

Ahora, después que han pasado los años, siento que el amor después del sufrimiento se puede apreciar de forma más profunda y valiosa. El amor, para mí, es un lazo que florece en un terreno de confianza y respeto mutuos; es un refugio emocional donde las personas nos podemos sentir libres y auténticas sin temor al juicio. Siento que la seguridad emocional es lo más importante en este aspecto.

En tu trabajo había un tratamiento claro y definido, que logra proyectar lo confuso de la memoria y de los recuerdos, ¿trabajas estas temáticas en otras películas?

Si, en la escuela hice un cortometraje que se llama: «El rostro de la larva», cuenta la historia de Mara Rita Villarroel, una poetisa trans que falleció el 2016. En este documental se cuenta la historia a través de sus poemas. En un espacio onírico, ominoso y experimental.

También en mi cortometraje “El niño de las olas”, abordo las atmósferas de forma parecida a lo que es un sueño.

Fue muy fascinante cuando detuviste la película para decir: “no quiero que este sea el final”, ¿cómo fue ese proceso en el que pensabas terminarla de esa forma, pero decidiste darle un vuelco?, ¿qué pasó en ese camino?

Al principio, los primeros cortes terminaban la película de forma abrupta. Quería que la audiencia sintiera lo que yo sentí en ese tiempo y se quedara con esa sensación de incomodidad, pero después de seguir viendo el material que tenía grabado, me di cuenta que no estaba siendo justo con la historia. También me pasaba que después de ver esos primeros cortes quedaba muy afectado, porque si bien había contado la historia, no profundizaba en algo que en ese tiempo no sabía que era tan importante: el poder de la resignificación. 

Detener la película y decir: “este no es el final que quiero”, es decidir sobre mi vida, es decidir que esta historia no me va a definir. Es como cuando alguien dice: “Soy una persona abusada”, uno no es una persona abusada, uno es una persona que vivió un abuso. En ese detalle hay una gran diferencia. Es muy liberador sentir que el arte crea diferentes realidades y tiene el poder de dar un nuevo sentido al presente.

¿Qué proyectos futuros tienes?

Actualmente quiero seguir esta historia con un largometraje. También tengo escrita una webserie, que continúa la historia de un cortometraje que grabé titulado “¿Cuál es tu seña?’”, es la historia de un joven sordo que se enamora de un oyente.

FICHA TÉCNICA:

REALIZACIÓN, CÁMARA-FOTO, SONIDO-MÚSICA: Alejandro Altimiras.

INTÉRPRETES: Alejandro Altimiras, Cristofer Labra y Pedro Sotomayor.

OTROS CRÉDITOS: Jane Alvarado, Jacqueline Alvarado y Jaime Altimiras.

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