Alguna vez te has preguntado ¿de qué está hecha tu ropa? Si no, ¡este es el momento! Pues en pleno desarrollo de la «Fashion Revolution week», se abrió esta interrogante entre los consumidores para transparentar las prácticas de la industria textil.
El llamado consiste en que cada persona desafíe a sus marcas favoritas a responder: «¿qué hay en mi ropa? , evidenciando si sus productos contienen materiales perjudiciales para el medio ambiente y qué acciones realizan estas para evitar un impacto negativo.
Pero ¿cómo se origina esto?
Todo se remonta a marzo, cuando la experta y activista en moda británica, Carry Somers, emprendió una investigación en el mar de Isla de Pascua, en Chile donde halló “cinco veces más fibras de micro plástico (en las redes del pacífico sur) que en las otras redes alrededor del mundo”.
“No había plástico visible en la superficie, ni una isla flotante, sino millones de trozos de plástico provenientes de envases y micro fibras de nuestra ropa”, afirma Sommers en su cuenta de Instagram, asegurando que como usuarios “hemos priorizado el costo y la conveniencia, por encima del cuidado y la conservación”.
Desde el movimiento Fashion Revolution destacan que como consumidores nos acostumbramos solo a observar las cifras impactantes y que “ya no basta con saber que el polyester y el nylon (principales tejidos que generan microfibras) forman parte del 60% del material con el que se produce nuestra ropa”, pues también hay que saber qué hacen las marcas para evitar su impacto nocivo.
Un pequeño mensaje, una gran revolución
El movimiento Fashion Revolution se originó, buscando una respuesta a las irregularidades en el mercado laboral textil, donde miles de trabajadores confeccionan ropa para marcas populares, durante largas jornadas, con un salario de menos de tres dólares al día y bajo condiciones denigrantes.
Sin embargo su campaña dirigida al medio ambiente, evidencia una nueva problemática de la que el ser humano es un cómplice activo, pues la industria textil es considerada la segunda más contaminante del mundo, después de las petroleras, según datos entregados por la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Esa es la consecuencia de un efecto dominó que se generó por el actual modelo de negocio que fomenta la producción desmedida de textiles no orgánicos y que se une al llamado de conciencia de diversas organizaciones como Green Peace y la misma Fashion Revolution.