Colombina Parra se ha transformado en su música y a la vez su música se ha transformado en ella. A lo largo de su carrera, hemos sido testigos de cada etapa como una construcción compleja, como una artista llena de recovecos. Colombina es laberíntica. Durante las últimas décadas, su música ha hecho cada vez más eco de sí misma. Sin duda, su carácter multifacético a la hora de expresar su creatividad ha permitido que se transforme constantemente. Y aunque no siempre se la comprenda a simple vista, basta con poner unos minutos de atención a su obra para entender su metamorfosis, la que incluso ha representado la propia transformación de sus seguidores a través del tiempo. Algunos hemos ido madurando junto a su música y lo que está haciendo actualmente parece abrazar este camino de ella y el nuestro.
Este viernes 4 de junio la artista chilena estrena su nuevo disco titulado «AMALA» que ya está disponible en Spotify. Se trata de 8 tracks realizados tras salir de la cuarentena de 2020, en los que nos invita a conectarnos con su sentir profundo, sensible y sincero. En este disco Colombina nos comparte su intimidad creativa.
Conversé con la artista por mail, poco antes del lanzamiento, sobre esta nueva producción. Aunque, en ese momento, aún no escuchaba el disco completo me dejé llevar por sus más recientes singles. Mientras escribo esta entrevista escucho el disco ya liberado en la plataforma de música online y me sorprende la fluidez de los ritmos. Colombina parece flotar con su música. Para quienes no saben, además, lleva tiempo desarrollando su faceta como pintora. Trabajo que podemos ver en la carátula de AMALA.
En esta entrevista podrán conocer más del disco y su inspiración, pero principalmente podrán disfrutar de su riqueza creativa como escritora. ¡Espero que disfruten este viaje!
-Vi en tu perfil de Facebook que el disco se llama «AMALA» y en la portada se puede ver una pintura con flores que parecen ser Amapolas. ¿Hay alguna relación en esto?
Si, llegué a ese nombre misteriosamente porque una de las canciones que hice uno de esos días en que ya nos soltaban del primer encierro, tenía varias palabras sin significado aparente. Era tal la alegría de salir que no podía explicarlo con palabras. Tampoco era alegría, era una sensación más compleja. Algo que nunca habíamos vivido, por lo tanto, era una sensación nueva. Algo que no podía definir con una palabra.
Una de esas palabras que empecé a repetir una y otra vez como un mantra sobre los sintetizadores fue Amalá. Yo la acentuaba en la a. Cuando terminé el disco no sabía cómo llamar a esto nuevo y me dije a mi misma: «Se tiene que llamar Amala. Porque envuelve esa sensación que estoy viviendo. Una cosa sin significado». De todos modos quise salir de la duda y busque esta palabra. Ahí encontré con que sí existía.
Amala en la mitología Tsimshian es el gigante que sujeta el poste sobre el cual gira el mundo. Cuando me encontré con esto pegué un salto, era lo que estábamos viviendo. La incertidumbre de un mundo que no sabemos quien sujeta y que en cualquier momento puede desaparecer.
La historia de este gigante es que renueva fuerzas todos los años en base a friegas, masajes en la espalda con grasa de pato. Se dice que cuando muera el último pato del mundo el gigante perderá su fuerza y morirá y con él, el mundo desaparecerá.
Me pareció muy revelador irreal y muy real a la vez. Algo entre el sueño y la realidad. Así es este disco, entre sueño y realidad.
-El disco anterior es muy íntimo ¿Sigues en la misma línea con este?
Ya no sé cual fue el último disco, si «La noche me miró» o «Te reto a lo concreto» o la musicalización a la obra de Iván Navarro. Parece que ya estoy trabajando de otro modo. Los discos se van traslapando.
No se sabe cuál es antes o después. De hecho ahora estamos trabajando en la carátula de ópera 1 y ópera 2 que estoy por sacar en unos días más.
Ese sí que lo hice en el encierro, no en la salida al exterior como este. Ese lo empecé antes pero lo estoy terminando después de Amalá, entonces ya no sé qué es antes y qué es después. Parece que no hay antes ni después. Parece que es un constante retorno o un círculo.
Siento que estoy más indefinible. Ando libre por territorios que voy encontrando. Eso si, este disco es una especie de continuación de «La noche me miró». Lo mandé a Pulsar y ridículamente pensé que iba a ser valorado pero en realidad nada de lo que estoy haciendo puede ser valorado dentro de los cánones a los que estamos acostumbrados, así que después entendí que no ser entendido no es malo, es diferente no más. Creo que con el tiempo se va descubrir. Son lenguajes sonoros.
Este disco tiene canciones raras, como sueños. Ilusiones. Está unido también a la ópera que va salir en unos días más. Quiero también darle su espacio de importancia a eso, por eso no los estoy lanzando juntos. Posiblemente este disco Amala va estar en algún momento pegado a la Ópera 1 y la Ópera 2.
-¿Cuál es tu inspiración para hacer este disco en tu etapa actual?
La inspiración nunca se sabe muy bien de dónde viene pero podría decir que está muy inspirada en el amor. Creo que es mi disco más abierto en términos de amor. Alguien me dijo un día: «Colombina, ¿Cuándo vas hacer una canción de amor?» Yo quedé inmóvil. Fue como una cachetada.
Siempre le hice el quite a ese tema y encontraba que era muy fácil caer en el lugar común. Siempre lo evité, también por el miedo a decir algo de lo cual alguien se pueda burlar.
Busqué formas de hacerlo y pensé en Jorge González y en sus canciones de amor. «¿Cómo es que lo hace tan sincero y al mismo tiempo tan debelador de una intimidad que todos hemos sentido?». Pensé, cómo se atreve a decir por ejemplo: «Es muy tarde para decir te amo… tu lo quisiste así…no fue un final feliz…yo te amaba … te escribía, te deseaba y siempre te he sido fiel. Trata de olvidarme porque a mí me esta costando…» O en otra canción que dice: «Nunca nunca nunca te haría daño…»
Esa sinceridad que tiene en sus canciones de amor y que acepta el amor como algo del cual se hace cargo. No lo evita. Nadie se atreve a ser tan sincero porque en general hablar de amor es mostrar debilidad y lo que él hace es expresarla en toda su extensión. Saber mostrar la debilidad es, por otro lado, la mayor fortaleza a la que puede llegar alguien. Nada peor, por ejemplo, que un hombre que se las da de macho. De ese tipo de músicos está lleno.
Todo el rock chileno prácticamente está en ese estereotipo. Eso es lo más alejado a mí. De eso está lleno, es lo que más vemos todos los días, entonces cuando alguien aparece mostrando lo contrario te desarma y te enamora. Quién no se enamora de Jorge González cuando lo escuchas cantar o quién no se enamora de Víctor Jara o de Bob Dylan, me refiero a un enamoramiento de vivir, de encontrar, de sentir que tienes un alma que está viva. Es el remedio para soportar el mundo.
Me gusta esto de sentirme en algo que no manejo del todo y que hay un poco de miedo.
Yo había experimentado hacer canciones de amor pero en realidad no eran de amor eran de dolor. Con «Los Ex» muchas canciones son contra el amor. La rabia del amor, pero el amor verdadero sin problemas nunca.
-Veo que la naturaleza cobra cada vez más fuerza en tus producciones, lo esencial… ¿Puedes comentar al respecto?
Si así es. Lo más fuerte del encierro fue la falta de verde. Me puse a estudiar a Monet y terminé pintando árboles.
El mundo nos sacudía a todos por igual. El mundo nos mostraba la nada que éramos. Millones de seres humanos no éramos nada frente al cielo, frente a una cuestión invisible. El único verde que tenías era el recuerdo de los árboles y de las montañas.
-¿Es tuya la pintura de la portada? Me encanta que vayas unificando tus expresiones artísticas.
Si, es mío. Desde hace tiempo estoy trabajando, siempre en paralelo la pintura y la música. A veces son otras formas de expresión, grafiti o collage mezcla de todo tipo de materiales. A veces no logro decir todo con las palabras y lo digo con sonidos. Y a veces los sonidos no son suficientes y busco manchas. Las miro y encuentro cosas que me llevan a otros paisajes sonoros. Así nutro las letras con los sonidos y las formas plásticas.
El dibujo es el Parque Forestal. Fui a mirar 3 veces lo que pasaba y en una de ellas quedé bloqueada, entre la masa de gente que tiraba piedras o mejor dicho pedazos de pavimento y el Guanaco que tiraba una cuestión tóxica.
Pude ver como se organizaban. Un grupo actuaba y el otro se preparaba. Los trozos de pavimento significaban tantas cosas. Era el fin de algo. Fin del llamado Progreso y el regreso de la naturaleza humana. Era más que una guerra una celebración. Un rito.
Lo que ahí se sentía era claramente algo más poderoso a la esperanza. Una fuerza descomunal positiva.
Llegué a la casa y pocos días después vino el encierro. Fue muy raro y me quedé pensando en qué pasaría con ellos. Después imaginé al mundo completo volando en la incertidumbre de esta nueva situación sin oponerse, sin fuerza porque cualquier fuerza era lo mismo que nada.
Siempre habíamos creído controlar el mundo y ahora el mundo se reía a carcajadas de nosotros.
Una noche me desperté con el grito de una vecina: «¡El virus no existe! ¡El virus es una mentira!», vociferaba.
Lo decía desde el fondo de su alma. No sé que habrá pasado con ella pero su grito era real/irreal. No sabías si era sueño o realidad. Este disco tiene de eso.
-No alcanzo a ver bien en la foto de Facebook, pero al final de los nombres de las canciones hay un texto. ¿Qué dice? ¿Es un poema?
Dice: «En esta ilusión llamada mundo ninguna cámara puede fotografiar una magia».
Me pareció que cuando nos soltaron todo era magia. El desplazamiento de una nube, las flores, los árboles, el agua. Todo.
En el encierro sentí que estábamos en algo ilusorio no real. Todo era irreal/real. Que estuviéramos encerrados irreal/real. Que no hubiera colegio irreal/real. Que no hubieran malls irreal/real y entonces, cambiaron las formas de percibir el mundo. Cosas de la naturaleza que antes dábamos por sobreentendidas ahora las mirabas de rodillas.
La salida de los animales al silencio. El mundo sin smog, etc. La tierra, tocarla, olerla. Todo eso tomaba un valor incalculable. Respirar y poder cantar una canción de amor era la máxima plenitud y evasión del horror que se vivía en el mundo. Pegado al horror estaba esto otro que era irreal. La naturaleza limpia diciéndonos «Miren ustedes humanos lo que han hecho. No los necesitamos. ¡Ustedes nos necesitan a nosotros!»
No sé por qué hablo de pasado si todavía esta ahí el virus pero parece que ahora ya lo internalizamos como todo. Lo normalizamos y ya no nos produce sentimientos nuevos. Hasta la mascarilla es nuestra nueva cara.
-Para cuándo estimas la fecha de lanzamiento? Hay algún plan de realizar alguna tocata en vivo o virtual para el lanzamiento?
La verdad lo lancé en medio de la cuarentena en un boliche en Bellavista. En una terraza al aire libre. Ahí toqué dos temas y lo consideré el lanzamiento. Toqué sola con el sintetizador después de salir con mi banda, junto a mi hermano y Aldo de The Ganjas.
Me gustó lo que sentí. Me preparé harto. Alguien me dijo que se parecía a Charlie García. No me molestó. Me dio risa. Me gusta Charlie.Puede tener algo de Charlie y de tantas cosas. Pero sobretodo de mí misma. Siento que estoy haciendo lo que debí haber hecho siempre. Salí de las cárceles musicales.