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Elogio del Maracanazo: diez años de independencia, empuje y coraje

Dadas las condiciones económicas que predominan en Chile, podríamos decir que esta tierra entre el mar y la cordillera no es un lugar para almas sensibles; mucho menos para artistas sin contactos ni pitutos.

No obstante, hay gente como Víctor Hugo Ortega, periodista, profesor y escritor, que desde la autogestión pura y dura han logrado posicionarse en el segregado mundillo literato chileno.

Y fue su pluma y persistencia a través de su primer libro de cuentos Elogio del Maracanazo, que vendía mano a mano en el 2013, lo que le han abierto puertas en editoriales de otros países, publicándose en México (Librosampleados), Uruguay (Sujetos Editores) y en Brasil (Dolores Editora).

Actualmente, en el décimo aniversario de su lanzamiento, el libro está siendo traducido al inglés y al italiano, sumando nuevos lectores en distintas partes del mundo.

Los 11

Para quienes aún no lo han leído, Elogio del Maracanazo es la recopilación de 11 cuentos que se relacionan al fútbol, pero que más bien se concentran en todo lo que está afuera de una cancha, destacando sobre todo las relaciones humanas en torno a un partido.

Para ello, Ortega utiliza el relato de historias breves, con personajes reconocibles en cualquier ciudad, pueblo o población.

El relato principal (que da título al libro) narra la historia de dos amigos fanáticos del fútbol, que viajan hasta Uruguay para conocer a Alcides Ghiggia, el último sobreviviente del llamado Maracanazo de 1950, cuando Uruguay ganó la Copa del Mundo al derrotar a Brasil en Río de Janeiro.

La búsqueda de esta leyenda charrúa, deja entrever un tributo a la nostalgia de los hitos deportivos que marcan a personas de distintas nacionalidades y generaciones.

Por ejemplo, en El tiempo de Zamorano y Salas, el personaje evoca sus idas al estadio a fines de los 90 junto a una familia que no es la suya.

También está el fotógrafo de Bielsa, que piensa que todo es fotografiable pero que no todas las fotos se pueden mostrar, reflexión que llega una vez que sus protagonistas entablan una relación de confianza.

O un adolescente que prende velas al santo de su pueblo para que su selección clasifique a la fase siguiente de una Copa del Mundo.

O la historia de un padre y un hijo visitando una cancha que ya no existe, pero que todos recuerdan en su pueblo.

La realidad y la ficción se fusionan en estas páginas, a tal punto que el propio Ortega reconoció que viajó a conocer a Ghiggia en 2012.

Tiempo después llevó ese viaje a encabezar este puñado de cuentos futboleros, que ninguna editorial se interesó en publicar en su momento y que ahora conmemora una década gracias al empuje y coraje de su autor, que además ha escrito los libros de cuentos Al Pacino estuvo en Malloco, Relatos huachos y Las canciones que mi madre me enseñó; y los poemarios Latinos del sur y Amantes de cartón.

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