Hay quienes lo sindican como el primer punk chileno. Pero Álvaro Peña es mucho más que eso: es irreverencia, es espontaneidad, es pasión, es intensidad. Es un hombre que a toda costa quiere sacar afuera el niño que lleva dentro, y que se rehúsa a extinguir. Así lo define uno de los entrevistados que aparece en el documental “Álvaro, Rock Stars do not wet the bed” (Álvaro, Los rockstars no se mean en la cama”), de Jorge Catoni, estrenado el domingo 28 de abril en el marco del Festival IN EDIT.
Jorge Catoni, el director del documental, corrió, editó y postuló a IN EDIT con la idea de que este trabajo, que acumula aproximádamente tres años de registros, recopilación y clasificación de material de archivo, fuera estrenado en el único festival de Cine y Documental Musical realizado en Chile, que lleva quince ediciones ininterrumpidas desde 2004 hasta la fecha.
La razón, es que el director de Álvaro, Rockstars don´t wet the bed, fue el ganador de la categoría Mejor Documental Nacional el año 2014 con “El Parra menos Parra”, en el mismo festival. Este año también participaron en la misma categoría en la que fueron ganadores hace cuatro años. Sin embargo, ganaron el Premio Equipo Festival.
A sala llena, la función de estreno, era de lo más esperado del festival este año. Así lo manifestaron los asistentes e incluso algunos de los mismos organizadores de IN EDIT.
Peña, quien vivió en una okupa en Londres el año en que el punk estallaba como una bomba (1977), vivió con los Sex Pistols y tuvo una banda con Joe Strummer, quien fuera luego integrante de The Clash. Nacido en Valparaíso, Álvaro tuvo varias bandas en Viña del Mar y en el puerto principal antes de migrar a Europa. Más, ni aquí ni allá ha tenido el reconocimiento que muchos creen que merece.
Lo mismo piensa Catoni, quien al preguntarle acerca de porqué decide hacer este trabajo, basado en la espontaneidad y que nunca contó con un guión, manifiesta haber quedado con cierta inquietud luego de ver los documentales previos existentes de la obra de Peña:
Quise escarbar un poco más en la historia y la discografía del Álvaro, porque él tiene un montón de discos publicados y hay un muchos que son de muy poco tiraje, porque él hace los discos a mano. Me llamó la atención el rescate, primero de su obra discográfica, y llegamos más o menos a setenta discos. Paralelo a eso nos entusiasmamos y empezamos a rescatar fotos inéditas, afiches de durante toda su carrera y también material que estaba en VHS. Entonces el documental es más que nada un rescate de su obra, que abarca desde el año 64, cuando comenzó con sus bandas porteñas de rock and roll hasta el día de hoy. Incluso en el documental hay material del 2019 que editó el Álvaro ahora.
Aunque en esencia, lo que rescata Catoni es a la persona, al humano tras la genialidad poco comprendida de Peña: Para mí el Álvaro es un ser imparable y un creador, que no tiene miedo a nada en realidad frente a su obra, osea él llega y lo hace, no le da mucha vuelta ni se autocensura, eso es lo interesante creo.
Álvaro Peña vive en Alemania, por lo que Catoni y su equipo, compuesto básicamente por él y el productor general, Milton Izurieta, se dedicaron a registrarlo cada vez que venía a Chile: lo acompañaban a las escasas tokatas que logra hacer cada vez que viene en Santiago y en Valparaíso, compartían el cotidiano. En realidad, lo seguimos para donde él quisiera, pero no hay nada planeado. Me gusta jugar con la espontaneidad, juntarte a grabar y no saber lo que va a pasar, eso a la vez hace que el personaje se vea de una manera mucho mas natural, humana, simple, manifiesta Catoni.
Se trata de una historia de no fama. A pesar de tener una larga trayectoria y de haber transitado por espacios que ya muchos quisieran, Álvaro Peña nunca ha sido realmente famoso, al menos no de masas. Eso es lo que también queda manifestado en el documental, así mismo todas sus aristas: el Álvaro es como intenso, súper cambiante, entonces todas esas personalidades que tiene creo que quedaron bien retratadas en el documental. Aparte que el documental es como bien crudo, directo, ese es mas o menos el lenguaje que tiene.
Al preguntarle si el protagonista participó en la edición del trabajo, dice que no, que hasta el mismo día del estreno no lo había visto. “Estamos súper expectantes de ver cómo reacciona el público con todo este material inédito que hay, las declaraciones de sus cercanos, nos ayudó mucho el pintor de Valparaíso Gonzalo Ilabaca, el padre de la Pascuala, que también aparece acá en el documental, entonces tuvimos harta ayuda colectiva”, menciona.
Durante la conversa, en la inauguración de esta versión del Festival IN EDIT, ad portas de entrar a ver la película inaugural, de pronto escuchamos que se quiebra algo. Era Álvaro Peña, a quien le pasan una copa de vino para hacerle una foto con el brebaje auspiciador del evento. No bebe alcohol (tampoco come carne ni consume drogas), por lo que acepta la copa, la mira, da vuelta el vino en el suelo y luego la suelta, rompiéndose el cristal en mil pedazos. Nos ponemos nerviosas, quedamos perplejos. Catoni dice que la música de Álvaro no es punk ni que Peña sea una persona convencional, que se ha autosaboteado siempre y que esa ha sido la historia de su vida. “Romper una copa con vino en medio del evento, osea, esa es la actitud punk que tiene Álvaro”.