Desde hace algunas semanas se está viviendo una fuerte polémica en Ciudad de México, específicamente en Cuauhtémoc, debido a la desaparición de los clásicos rótulos dibujados sobre los puestos de comida en las calles.
La acción habría sido encargada por la alcaldesa, Sandra Cuevas, quien mandó a pintarlos de blanco e incluir el logo de la alcaldía en azul, todo esto sin realizar una consulta pública a los ciudadanos. De inmediato la polémica se desató debido a la tradición que se encuentra detrás de estos identitarios carteles para anunciar los productos que venden los comerciantes locales.
Uno de los puntos de la discusión ha sido si esta forma de publicitar los productos se considera o no arte. Sin embargo, más allá de este análisis, existe también una larga tradición en la creación de estos símbolos que sin duda, representan parte importante de la cultura mexicana.
Conversamos con Yuriko Hiray Montes, parte de la colectiva «Red Chilanga en Defensa del Arte y la Gráfica Popular» (@re.chida en Instagram) sobre lo que está ocurriendo en Ciudad de México que además de hacer desaparecer los rótulos, también han borrado una serie de murales apostados en los clásicos mercados públicos de la ciudad como el mural del mercado Juárez, en la colonia Roma, del artista Carlos Segovia (@segoobval en Instagram).
El Muralismo Mexicano es reconocido en todo el mundo y marca una influencia trascendental en el muralismo latinoamericano. Estas expresiones artísticas no solo se realizan en el país azteca a modo de decoración de las ciudades sino también es parte de su cultura. Por ejemplo está el caso de los que se realizaban en el frontis e interior de las pulquerías, locales populares para beber «pulque» (llamada «bebida de los dioses») se trata de una una bebida fermentada que en épocas prehispánicas era de gran importancia ya que se utilizaba únicamente en los rituales sagrados de las culturas mesoamericanas. En estos espacios se pintaban murales para promover la tradición y que en su mayoría han sido borrados con el avance del desarrollo en la ciudad. ¿Es acaso esta una medida para hacer desaparecer la tradición prehispánica y establecer la hegemonía del hombre blanco por sobre los pueblos originarios?
«El arte plasmado, como parte del quehacer cotidiano y herencia de la cultura popular, ha demostrado su valor como factor de identificación social. Aun más si se agrega que una imagen al convertirse en símbolo (cultural), reconocido y cargado de valores para una sociedad determinada, es una muestra convincente de su importancia política y trascendencia en la cultura. En el caso de nuestras imágenes populares del pulque y maguey es claro que fue un éxito su inclusión en las representaciones de lo “mexicano” y de la cultura nacional del siglo xx», escribió Rodolfo Ramírez Rodríguez en su estudio «La representación popular del maguey y el pulque en las artes» en 2007.
Esta realidad no se encuentra tan lejana a la de Chile, recordemos que en 2020, la Intendencia de Santiago realizó una brutal censura de la expresión popular en plena Zona Cero, pintando de gris y sin autorización el frontis del Centro Cultural Gabriela Mistral y del edificio quemado de Centro Arte Alameda.
Tras estos hechos me pregunto, cómo podemos proteger también en Chile la floreciente expresión de arte mural que se ha dado en las últimas décadas. ¿Qué es lo que realmente se busca con este tipo de acciones de parte de los representantes políticos? ¿Es realmente una forma de ordenar la ciudad o hay detrás intereses privados para favorecer la gentrificación de la localidades con potencial inmobiliario?
Les invitamos a ver la entrevista a continuación.