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Si no te follo, me muero en OMA Galería: pov eres la stripper con cámara

Si no te follo, me muero” se llama la exposición de fotografías y videos de Romina Pistolas en OMA Galería, las imágenes son un registro de sus días (en verdad sus noches) trabajando como stripper en un club australiano y un vistazo a los espacios a los que no entran los clientes. Las aventuras de caño de Pistolas fueron narradas por ella en Carmen, novela autobiográfica publicada por editorial Cuneta en 2022 y, luego ,compartidas en su libro de fotografías They are naked and they dance; y esta exposición viene a generar una experiencia nueva en el cuerpo del espectador/a hasta fines de abril en las cercanías del Parque Bustamante, una zona donde el trabajo sexual está en boca de todos.

“Se ríen de secretos escuchados en salas privadas en las que practican bailes que sin respetar el espacio personal exigen respetar que está prohibido tocar”

El jueves 24 de marzo se inauguró “Si no te follo, me muero” en OMA Galería, el espacio de Providencia estaba rebosante de gente con copas de pisco y gin, con vestidos y tacos, con risas y miradas furtivas hacia el interior mientras conversaban la fila para entrar a exposición donde hacer fotografías está prohibido. Lo que no podemos decir con imágenes lo podemos decir con palabras: es la mirada íntima de Pistolas a sus compañeras de trabajo, es el backstage de un show que pone el cuerpo en escena, son las miradas de las bailarinas mientras se ríen de secretos escuchados en salas privadas en las que practican bailes que sin respetar el espacio personal exigen respetar que está prohibido tocar; confesiones que una boca desesperada dijo a través del pelo y el perfume, superando un hombro para acercar los labios a un oído donde rogar que si no te follo, me muero. “Mira, pero no toques” es un concepto clave en la tentación que en OMA galería se repite cuando falta un paso para cruzar el umbral de la exposición: “mira, pero no fotografíes”. 

Este pov (point of view) de Romina Pistolas nos sitúa en los ojos de un cliente durante un lapdance, un baile en un espacio reducido, -“apretados, micro dancing” dijeron los Babasónicos-, una mujer curvilínea dotada de la más mínima y bella lencería que de espaldas a la cámara se levanta el pelo con una mano mientras baja las caderas hacia las piernas ajenas, otra mano sujeta el brassier para que no caiga la piso y de a poco la joyería y los brillos son lo único que va cubriendo el cuerpo, al tiempo que el espectador va descubriendo los límites de la seducción simulada, pagada, lograda. “Es cosa de estirar la mano y coger el fruto” vas a pensar, aunque las reglas dicen que no deberías. Es tan parecido al cielo que es un infierno, por más que Romina Pistolas diga que “Tener un espacio seguro para explorar el deseo propio y ajeno es lo más parecido al cielo que debe existir en la tierra”.

Hay cosas de la exposición que complementan las proyecciones y las fotografías exhibidas de una manera que generan más inmersión en el momento y lugar donde se realizó el espectáculo. La bailarina de lapdance es proyectada en una pantalla vertical del tamaño de un ropero, en una sala-pasillo-oscura que también es del tamaño de un ropero, entran cuatro personas a la vez y el espacio no alcanza para todas, los cuerpos se rozan, la temperatura sube, es necesario ponerse de puntillas para ver sobre un hombro ajeno otros hombros ajenos pero sensuales, ajenos pero cercanos. Una pareja se toma la mano, un colaless cae, alguien respira como si fuera la última vez que va a respirar o como si pudiera rescatar en el ambiente algo de la esencia y del glamour de una joven que se mueve al ritmo del dinero. Una persona cruza la cortina de cuentas de la entrada a la sala de la proyección y aunque trata de mirar, el resto está tan concentrado tratando de ver un poco más, un poco más, que nadie le hace espacio o otro par de ojos. Aquí, destacamos la curatoría de Elisa Massardo, la disposición del espacio y la expectación que hacen agolparse a las audiencias, y el registro que pone en juego lo que es privado, lo que es prohibido, lo que es deseado y lo consensuado. Perderse está exposición es perderse la oportunidad de sentir que vas a morir estirando los dedos para tocar algo que no esta ahí.

Ficha técnica:

Exposición: «Si no te follo, me muero»

Artista: Romina Pistolas / @rominapistolas 

Curatoría: Elisa Massardo / @elisa.massardo 

Lugar: Oma Galería, Ramón Carnicer 65

24 de marzo al 23 de abril

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Camilo Cáceres (@condorax21) es periodista y gestor editorial, hace poesía con el nombre Santiago Cavieres y relatos con el nombre Jesús Infante, ambos géneros y seudónimos se pueden encontrar en las páginas de la revista Santa Sherwood. Nació en el barrio de Chuchunco en 1990, pasó por colegios públicos y subvencionados, y estudió Periodismo y Comunicación Social en la Usach. Ahora escribe reseñas de teatro, literatura, cine y otras cosas que ha publicado en Arte Al Límite, TheClinic.cl, La Nación y de forma reciente en Sour Magazine. También hace juegos de mesa, transmite en twitch, dibuja, es ciclista entusiasta y colecciona libros, cómics, fanzines, plumas de choroy, fliyers recogidos en manifestaciones y manuales de juegos de rol.

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