Por Camilo Cáceres

“Carmen, o como inicié en el negocio de bailar sin ropa” es la primera novela de Romina Pistolas, publicada en la Editorial Cuneta, el libro sigue las aventuras de Romina en Australia, donde una compatriota la invita a elevar sus ingresos bailando al ritmo del dinero en locales donde abunda el maquillaje, los tacos y los tequila shot que en realidad son agua shot. El disfraz y los secretos rápidamente ganan espacio en la vida de Pistolas, y Carmen, su nombre de caño, comienza a ser también su escudo para los días malos, los días de fiesta y las noches de encontrarse con hombres en rincones de bares oscuros donde la rutina y las relaciones estables se cuestionan.

De narración ágil, que sorprende en una primera incursión en el género de la novela, Carmen engancha con el lector a pesar de que la protagonista abandona esta larga y angosta faja de tierra para irse al otro extremo del mundo a hacer algo que pocos harían incluso en su tierra natal: aseo. Limpiar, barrer y trapear pagan los primeros meses de un working holiday que consume tanto como da, la presencia constante del desempleo y la posibilidad de volver a Chile con la cola entre las piernas hacen que el encuentro casual con una bailarina de striptease y su oferta de trabajo se vuelvan una posibilidad real en la mente de una mujer oriunda de Calbuco, pero que siempre tuvo ansias de vivir en la gran ciudad, de pasear en las grandes avenidas, de disfrutar los mejores paisajes turísticos y de enamorarse y fallar como lo hace la gente en las revistas.

Los días pasan, las noches y el maquillaje llegan una tras otra y una de esas noches, como una persona normal de esas personas normales que frecuentan los stripclubs, entra alguien que está muy desviado de la norma social. Pistolas lo llama “El Cliente”, y es un ejemplo de todo lo que está mal en el mundo, una persona capaz de sonreír y robarse la conversación de su grupo de amigos, una persona que camina con una sombra igual de larga que el resto de los mortales, pero que por dentro tiene una oscuridad capaz de ennegrecer varias páginas con algo más difícil de lavar que la tinta. No vamos a adelantar el pecado de ese hombre, pero si vamos a cuestionar qué otra cosa esperamos encontrar en un ambiente donde el dinero mueve los cuerpos más directamente que en cualquier otra industria. Donde un dólar dice baila y un cuerpo baila, Pistolas es la voz de ese cuerpo femenino que se contonea, y El Cliente es la voz despiadada de un derroche de dólares. ¿Habrá un lector que no sienta un escalofrío al entender la mente de ese hombre, lo que guardan los silencios de ese “daddy”? Lo dudamos, y si no es así, no queremos saberlo. Lo que sí sabemos es que Editorial Cuneta acertó al publicar Carmen, y que esperamos un nuevo trabajo de Romina Pistolas, ojalá una narración donde sigamos entablando amistad página a página con la protagonista, u otra fantasía donde “Dios es una mujer separada”.