Araña es la nueva película de Andrés Wood (Violeta se fue a los cielos, La buena vida, Machuca, La fiebre del loco), donde el amor y la política se entrecruzan con el pasado y el presente de sus protagonistas (Inés, Justo y Gerardo), todos ex miembros del grupo violentista de extrema derecha Patria y Libertad, cuya misión era oponerse por medio de las armas y conspiraciones varias a las reformas sociales impulsadas por el gobierno de Salvador Allende a principio de los 70.

La cinta tiene mucho de realismo, alimentada de cuadros que nos muestran al Chile actual, culturalmente diverso en colores, sabores y sonidos que los inmigrantes han aportado a este espacio de tierra gris aislado del mundo. Pero también nos muestra la sicopatía heredada de una dictadura que le cambió la mentalidad a una sociedad en su conjunto: Gerardo (Marcelo Alonso), el antihéroe autoproclamado mártir del grupo armado, luego de haber estado recluido de la sociedad, al presenciar el robo a una mujer decide hacer justicia por sus propias manos y, con su auto como arma, persigue al ladrón hasta reventarlo contra la pared.

Este hecho violento, poco aislado de la realidad decadente en la que estamos insertos en esta economía salvaje, destapa ante los medios el pasado oculto de Inés (Mercedes Morán) y Justo (Felipe Armas), dos respetables profesionales de clase alta que en su juventud fueron activos miembros del grupo extremista nacionalista junto al personaje interpretado por Marcelo Alonso; evidenciando una historia de amor inconclusa entre él e Inés, traición e ideales trastocados por la defensa de privilegios de clase.

Anteponiéndose al contexto social imperante, donde los movimientos de ultra derecha están resurgiendo de la mano de personajes como José Antonio Kast o del Movimiento Social Patriota, Araña nos viene a refrescar la memoria olvidada poniendo en la palestra un movimiento derechista invisibilizado en la sociedad chilena, que imita -a través del consumo- el comportamiento idealizado de las clases altas y que maltrata y discrimina lo distinto, culpándolo de los males que podrían afectar sus propios intereses.
Araña es una advertencia al veneno que engendra este tipo de movimientos en un país donde no se habla de política, se cuestiona poco y donde el respeto a la autoridad, cualquiera sea su color, es ley.

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