Este 18 de octubre se cumplen tres años desde el inicio de la revuelta popular en Chile, momento en que, a propósito del alza del pasaje de metro, entre otros temas, miles de personas se movilizaron rápidamente en las calles de todo el país reclamando mejores condiciones de vida para el pueblo. Entre gases, disparos y golpes nacieron un sin fin de expresiones artísticas que buscaban comunicar y conectar las demandas.
Pasaron los días y lo que comenzó como un estallido se transformó en un espacio de cohesión para diferentes grupos que compartían intereses y la necesidad de aportar con un granito de arena a este movimiento que no había tenido precedentes en el país. De esta coyuntura nace la idea del documental «Engrudo».
La propaganda callejera comenzó a ser protagonista de las expresiones dentro del arte urbano que se desplegó en las calles. La necesidad de expresarse y comunicarse directamente con otros, logró que miles de personas decidieran intervenir el espacio público con mensajes políticos que van desde el «Evade» hasta el «Perro matapacos», como también, memoriales a las personas fallecidas por la violencia de Estado o víctimas de trauma ocular.
Rodrigo Riveros y Daniela Vivar eran compañeros de Licenciatura en Cine Documental en la universidad, cuando comenzó la revuelta estaban en el proceso de titulación de la carrera. Ambos asistían constantemente a las manifestaciones y fue en la calle donde se reunieron y nació el interés de documentar las gráficas callejeras que suelen ser muy esporádicas. Luego, se incorpora Cindy Sandoval quien es muralista y les aportaría a articular el proyecto desde esa área. Así, se conforma el equipo de realizadores y productores del documental.
El equipo tiene un interés por los oficios, Rodrigo tiene experiencia en los trabajos gráficos y Daniela en la fotografía análoga. Por esta razón, es que la resistencia gráfica inspira el documental, poniendo una especial atención en colectivos, brigadas y artistas que pegaron obras pensadas como propaganda, era impactante la intervención del espacio público, se empezó a tomar la ciudad con distintos mensajes, con distintos tipos de artes, distintas técnicas. En ese sentido, durante el estallido, el diseño, el arte y la propaganda y todo lo que pudiera identificar las exigencias de las personas fueron fundamentales para generar el movimiento en común. Al ser sin partidos políticos, sin líderes», detallan los realizadores
Cualquier persona que visitara el país en esos días podía entender que existía un descontento masivo, aunque las personas no estuvieran activas en las calles, sus expresiones plasmadas en las murallas no daban chance al olvido. La propaganda es fundamental para la articulación de los movimientos sociales y tiene un carácter de resistencia como herencia desde tiempos de dictadura. «Es un medio de expresión ante el silenciamiento de los medios hegemónicos. Quizás no lo vimos antes con tal intensidad, pero a través de la imagen se puede denunciar distintas problemáticas».
La propaganda en el arte urbano llamó la atención de los realizadores por el trabajo colaborativo y destacan que para que esto funcionara se tuvo que transmitir el conocimiento y se dio de manera muy generosas. Las personas que tenían más conocimiento les enseñaban a las otras a mejorar la técnica, por ejemplo, cuál era el papel que debían usar, cómo imprimir para que no se corriera o cómo mejorar el engrudo. «Fue muy solidario. En la ejecución, alguien podía trabajar solo, pero siempre habían personas que acompañaban para poder ayudar y también cuidarse entre todos.«Había que estar atentos a la represión y a los grupos fascistas que un tiempo iban a destruir todo, con un nivel de violencia muy grande». Recuerda Daniela.
Dentro de este trabajo colaborativo lo que buscan con el documental es darles cabida a diferentes formas de expresión y técnicas, independiente de la experiencia, todas las personas tienen la misma importancia. «Lo grande de este movimiento, no tan solo en los muros, sino que, en el gran abanico de expresiones artísticas durante el Estallido, es hacer despertar a los posibles espectadores». En el documental también se pueden ver obras de serigrafía y xilografía en talleres.
El trabajo colaborativo representaba un cambio de paradigma, dejar la individualidad de lado y ese el punto de vista también del equipo. «Como realizadores todos tenemos la misma importancia, se genera un relato en voz en off. Es esto lo que tanto nos encantó del Estallido social y la Revuelta, reencontrarse con el otro y la suma».

La producción del documental y las próximas funciones
Partieron pensando en el documental como proyecto de tesis «pudo haber sido un cortometraje y listo, para pasar la tesis y olvidarnos del proyecto», afirma Rodrigo, pero con el tiempo se dieron cuenta que había una responsabilidad muy grande al hacer este trabajo y con la temática escogida. Por lo general, para hacer un documental hay un proceso largo entre postulaciones a fondos y otras gestiones relacionadas al financiamiento y la productora que estará a cargo.
Sin embargo, el equipo de «Engrudo» se saltó este proceso, entendiendo lo urgente que era proyectar este trabajo, e independiente que por recursos económicos el trabajo no quedara tan pulido como les hubiese gustado, lo hicieron pensando en un documento que debe quedar como antecedente de lo grande que era lo que estaba ocurriendo y también ser un aporte a un cambio social «Queríamos mostrarlo antes del plebiscito, creíamos que era importante y necesario. No podíamos esperar un año más».
El documental se llevó a cabo sin productora y con recursos propios. Era un momento difícil por la cuarentena, además, estaba Sebastián Piñera en la presidencia y prácticamente no habían fondos para la cultura. El trabajo se hizo de forma colaborativa, recibieron apoyo de personas que donaron material audiovisual y organizaciones que creyeron y se la jugaron por el proyecto, como el Museo de Estallido Social y el Museo de la Memoria. «El ecosistema del cine no está hecho para películas tan independientes», aseguran.
La función especial el Normandie el pasado 20 de agosto, fue la única que se pasó en Cine y les sirvió para financiar la última etapa del documental, pero la distribución sigue siendo un tema complicado por falta de financiamiento. La sala de cine es la última etapa en el proceso cinematográfico. «Nosotros los hicimos al revés, tuvimos la función especial en el cine y ahora estamos en el proceso de postulaciones a otros festivales. Queremos que se vea en todas las plataformas posibles».
La proyección del documental en el Cine Arte Normandie tuvo una buena recepción del público, «quedamos muy felices y nos dimos cuenta que las exhibiciones debían ir acompañadas de una conversación porque la gente necesitaba hablar, y se generaron reflexiones desde los asistentes». Además, destacan la importancia de exhibir el documental en los territorios organizados en la lucha social.
Por esta razón, decidieron que las siguientes funciones debían ser en espacios territoriales y de forma gratuita para volver a articular la conversación, que se generen los debates y espacios para el reencuentro, más aún, luego del largo encierro producto de la cuarentena. «Todos los que hacemos arte y trabajamos en estas temáticas en documentales tenemos cierta esperanza de que las cosas cambien. Esperamos que las exhibiciones de octubre sirvan para retomar ese espacio de conversación y recuperar el tejido social que se ha perdido con el tiempo».
En los próximos días y raíz de un nuevo aniversario del Estallido Social se continuará con la misma dinámica de proyectar el documental de manera gratuita acompañada de un conversatorio. Las fechas confirmadas son los días 17, 19 y 22 de octubre.