Hay imágenes inmortales y la de Sinéad O’Connor mirando fijamente a la cámara, mientras rompe la foto del Papa Juan Pablo II en su presentación en Saturday Night Live el 3 de octubre de 1992.
30 años pasaron de aquel hecho considerado como la primera performance feminista en TV y recién ahora se hace justicia a la cantante irlandesa con el documental «Nothing Compares», dirigido por Kathryn Ferguson, que viene a refrescarnos la memoria de porqué fue una de las voces más conscientes y contestatarias de la década de los noventa.
Dicha postura, no obstante, le costó caro: la prensa y los sellos le hicieron la cruz de por vida, quitándole presencia en los espectáculos y en los medios en pleno apogeo de su carrera tras Nothing Compares With You, single que la lanzó a la fama mundial.
Nothing Compares, documental que inauguró la decimoctava versión de In-Edit, no es un trabajo biográfico pese a tener imágenes exclusivas de su adolescencia. Más bien, nos muestra cuáles fueron los inicios e influencias de O’Connor (Bob Dylan le cambió la vida) antes de la fama, pero también nos da a conocer los traumas de infancia (su madre era una bestia que se calmaba con su voz) que movilizaron su postura como artista al crecer en un país donde la iglesia era omnipresente en la vida de l-s irlandeses.
Sinéad O’Connor nunca calzó en ningún molde, ni dio su brazo a torcer ante las presiones del sello discográfico por encasillarla en géneros femeninos o convencerla de que interrumpiera su embarazo, porque su expresión artística era mucho más profunda: la música fue su terapia, necesitaba gritar, desahogarse. Crear conversaciones difíciles. Tener una postura política.
Su nombre es sinónimo de valor e integridad porque siempre fue fiel a sí misma. Una mujer que fue en contra de la corriente en un país donde la constitución decía que la mujer debía estar en la casa, dejándose de lado.
Sinéad O’Connor forjó su camino con su voz, pero el mundo de esa época no estaba preparado para escucharla.
O como recalca: “Intentaron matarme, pero no se dieron cuenta que era una semilla”.